Un principiante pregunta

Esta sección está destinada a la gente que se dirige a Alcohólicos Anónimos por primera vez. Hemos tratado de responder a las preguntas que con más frecuencia se hacen los principiantes — preguntas que nos hacíamos nosotros al dirigirnos por primera vez a la Comunidad.

¿Soy alcohólico?
Si en repetidas ocasiones bebe más de lo que planea o quiere beber, si se mete en líos o si pierde parcialmente la memoria cuando bebe, puede que sea alcohólico. Sólo usted puede decidirlo. Ningún miembro de A.A. le dirá si lo es o no.

¿Qué puedo hacer si me preocupa mi manera de beber?
Busque ayuda. Alcohólicos Anónimos le puede ayudar.

¿Qué es Alcohólicos Anónimos?
Somos una Comunidad de hombres y mujeres que hemos perdido la capacidad para controlar la bebida y, como consecuencia, nos hemos encontrado enredados en dificultades de diversos tipos. Tratamos — la mayoría de nosotros con éxito — de crearnos una forma satisfactoria de vivir sin alcohol. Nos damos cuenta de que, para lograr hacer esto, necesitamos la ayuda y el apoyo de otros alcohólicos en A.A.

¿Asistir a una reunión de A.A. me compromete en algo?
No. A.A. no lleva archivos de sus miembros, ni constancia de quiénes asisten a las reuniones. No tiene que revelar nada sobre sí mismo. Nadie le molestará si usted no quiere seguir asistiendo.

¿Qué pasa si encuentro en A.A. a gente que conozco?
Tendrán el mismo motivo para estar allí que usted tiene. No revelarán su identidad a gente ajena a la Comunidad. En A.A. puede guardar su anonimato tanto como usted desee. Esta es una de las razones por las que nos llamamos Alcohólicos Anónimos.

¿Qué ocurre en una reunión de A.A.?
Una reunión de A.A. puede tomar diferentes formas; no obstante, en cualquier reunión, verá a alcohólicos hablar acerca de los efectos que la bebida tenía en sus vidas y en sus personalidades, de las medidas que tomaron para ayudarse a sí mismos, y de las formas en que hoy llevan sus propias vidas.

¿Cómo puede esto ayudarme en mi problema con la bebida?
Nosotros en A.A. sabemos lo que es ser adicto al alcohol, y no poder cumplir con las promesas de dejar de beber que hacemos a otros o a nosotros mismos. No somos terapeutas profesionales. Lo único que nos capacita para ayudar a otros a recuperarse del alcoholismo es el hecho de que nosotros mismos hemos dejado de beber; así, los bebedores problema que se dirigen a nosotros saben que la recuperación es posible, porque encuentran a gente que la ha logrado.

¿Por qué siguen asistiendo los A.A. a las reuniones después de estar curados?
Nosotros en A.A. creemos que no existe una curación para el alcoholismo. Nunca podemos volver a beber normalmente, y nuestra capacidad para mantenernos alejados del alcohol depende del mantenimiento de nuestra salud física, mental y espiritual. Podemos lograr esto asistiendo regularmente a las reuniones, y poniendo en práctica lo que aprendemos en ellas. Además, descubrimos que, si ayudamos a otros alcohólicos, nos ayudamos a nosotros mismos a mantenernos sobrios.

¿Cómo puedo hacerme miembro de A.A.?
Será miembro de A.A. si usted lo dice y cuando usted lo diga. El único requisito para ser miembro de A.A. es el deseo de dejar la bebida. Y muchos de nosotros, cuando nos acercamos por primera vez a A.A., no estábamos muy entusiasmados al respecto.

¿Cuánto cuesta ser miembro de A.A.?
No hay honorarios ni cuotas para ser miembro de A.A. Generalmente, el grupo de A.A. hace una colecta durante la reunión para cubrir sus gastos, como, por ejemplo, el alquiler del local, el café, etc. Todos los miembros son libres de contribuir con lo que deseen o puedan.

¿Es A.A. una organización religiosa?
No. Ni está afiliada a ninguna organización religiosa.

Sin embargo, se habla mucho de Dios, ¿verdad?
La mayoría de los miembros de A.A. cree que hemos encontrado la solución de nuestro problema con la bebida, no por nuestra propia fuerza de voluntad, sino mediante un poder superior a nosotros mismos. Muchos lo llaman Dios; otros consideran al grupo como su poder superior y otros no creen en este poder. Dentro de A.A., se puede acomodar a gente de las más diversas tendencias, tanto creyentes como no creyentes.

¿Puedo llevar a mi familia a una reunión de A.A.?
Los parientes y amistades son bienvenidos a las reuniones abiertas de A.A. Solicite información al respecto a su contacto local.

¿Qué consejos dan ustedes a los principiantes?
Según nuestra experiencia, los individuos que se recuperan en A.A. son los que:
a) se alejan de la primera copa;
b) asisten regularmente a las reuniones de A.A.;
c) se unen a la gente de A.A. que ha logrado mantenerse sobria durante algún tiempo;
d) tratan de poner en práctica el programa de recuperación de A.A.

¿Cómo puedo ponerme en contacto con A.A.?
Busque algún grupo u oficina en la guía telefónica. Si no nos encuentra, envíenos un correo electrónico y trataremos de proporcionarle alguna dirección de su país.

Recuerde que el alcoholismo es una enfermedad progresiva. Tómelo en serio, incluso si le parece que está solamente en las primeras etapas de la enfermedad. El alcoholismo mata a la gente. Si usted es alcohólico y sigue bebiendo, con el paso del tiempo, empeorará.
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¿Es Alcohólicos Anónimos para usted? Determine usted mismo si necesita de A.A.

Sólo usted puede tomar la decisión de probar A.A., si le parece que el programa le puede ayudar.

Nosotros los miembros de A.A. llegamos al programa porque reconocimos finalmente que no podíamos controlar nuestra forma de beber.

Al principio estábamos poco dispuestos a admitir que nunca podríamos beber sin peligro. Pero los miembros experimentados de A.A. nos explicaron que sufríamos de una enfermedad. (¡Así nos había parecido durante largos años!).

Nos enteramos de que mucha gente estaba afligida por los mismos sentimientos de culpabilidad, soledad y desesperación que nosotros teníamos. Descubrimos que teníamos esos sentimientos porque padecíamos de la enfermedad del alcoholismo.

Tomamos la decisión de tratar de hacer frente a la realidad de los efectos del alcohol en nuestras vidas.

En el siguiente recuadro se encuentran algunas de las preguntas que tratamos de contestar con sinceridad. Si respondimos SÍ a cuatro o más preguntas, lo tomamos como indicación de que teníamos un grave problema con la bebida.

Pruébelo usted. Recuerde, no es una vergüenza enfrentarse al hecho de que se tiene un problema.

Responda SI o NO a las siguientes 12 preguntas:

 

Automantenimiento

Automantenidos por nuestras propias contribuciones.

• Los miembros de un grupo se dan cuenta de que se ha acumulado en su cuenta bancaria más dinero del que necesitan para cubrir los gastos de los próximos dos o tres meses. El coordinador convoca una reunión especial para considerar formas de eliminar el superávit.

• Una oficina local de A.A. recibe un donativo de $2,000 de parte de un familiar no alcohólico de un miembro. El director expresa su gratitud pero lo rehúsa, explicando que A.A. no acepta contribuciones ajenas.

Situaciones parecidas a éstas, que ocurren regularmente en Alcohólicos Anónimos, destacan la tremenda importancia que los miembros, los grupos y las entidades de servicio de A.A. dan a la Séptima Tradición, que dice: «Todo grupo de A.A. debe mantenerse completamente a sí mismo, negándose a recibir contribuciones de afuera.»
Se ve claramente que en A.A. la forma de tratar el asunto del dinero y cómo manejarlo es muy diferente a la de la mayoría de las demás organizaciones y esa forma de tratarlo tiene profundas implicaciones para Alcohólicos Anónimos, en el pasado, presente y futuro.

Un poco de historia
Como todas las Doce Tradiciones de A.A., la Séptima surgió de una serie de pruebas y tanteos, a menudo a pesar de los esfuerzos de quienes les dieron conformación. En las décadas de los 30 y los 40, cuando la suerte del nuevo movimiento parecía dudosa por no decir más, muchos de los miembros fundadores estaban convencidos de que, para que A.A. sobreviviera y se desarrollara, era absolutamente necesario tener una gran infusión de dinero. Los grupos de Akron y de Nueva York estaban bien arraigados mientras que los demás grupos acababan de dar un incierto comienzo. En 1940 se abrió una pequeña oficina central para suministrar literatura y ayuda de Paso Doce a los alcohólicos y sus familias. Pero había otros millones de alcohólicos enfermos que necesitaban el mensaje de recuperación, y los borrachos recién sobrios sentían la apremiante necesidad de tenderles la mano.
Entre los miembros pioneros, los «promotores» tenían grandes ideas: publicar un libro, construir hospitales y centros de rehabilitación, enviar misioneros. Los «conservadores», por otro lado, aconsejaban actuar con cautela.

Finalmente, se convocó una reunión de los alcohólicos de Akron y, «por la más escasa mayoría posible y a pesar de las más vigorosas objeciones,» decidieron hacerlo todo: «los misioneros, los hospitales y el libro.» Bill W. volvió a Nueva York para poner las cosas en marcha y muchos de los A.A. neoyorquinos se hicieron partidarios de sus «nociones grandiosas.» (Alcohólicos Anónimos llega a su Mayoría de Edad).

Se había establecido la Fundación Alcohólica (que es ahora la Junta de Servicios Generales de A.A.) en 1938, para administrar las vastas cantidades de dinero que se esperaba que produjeran las operaciones de los hospitales y centros de rehabilitación de todas partes del país. Empezaron a solicitar fondos, pero nadie parecía estar muy entusiasmado con ayudar a un grupo de borrachos. Luego, Leonard V. Strong, el cuñado no alcohólico de Bill, presentó a los alcohólicos a un asociado de John D. Rockefeller, Jr. El Sr. Rockefeller y sus amigos se interesaron en el movimiento todavía en ciernes, pero al igual que los A.A. conservadores, pusieron en duda la necesidad de tener tanto dinero. Finalmente, la noche del 8 de febrero de 1940, el Sr. Rockefeller organizó una cena en honor de A.A., a la cual asistieron unos 75 neoyorquinos adinerados e influyentes. Nelson Rockefeller, presente en nombre de su padre, alabó el movimiento y, según Bill cuenta la historia, dijo: «‘Señores, todos ustedes pueden ver que ésta es una obra a base de pura buena voluntad. Su fuerza está en el hecho de que un miembro lleva el buen mensaje a otro, sin pensar en ganancia ni recompensa. Por ello, creemos que, en lo que concierne al dinero, Alcohólicos Anónimos debe ser automantenida. No necesita más que nuestra buena voluntad.’ Dicho esto, los invitados aplaudieron vigorosamente y…con su valor colectivo de un billón de dólares, se levantaron y se fueron.»

Más tarde, Rockefeller hizo un donativo de $1,000 a A.A. y la publicidad favorable producida por la cena sirvió para causar una muy buena impresión de A.A. ante el público. Durante los cuatro años siguientes, pequeños donativos solicitados a los asistentes a la cena contribuían a mantener en funcionamiento la oficina.
Solamente uno de los «grandiosos» proyectos llegó a buen término. En 1939, el Libro Grande, Alcohólicos Anónimos, salió de la imprenta; y, aunque al comienzo no logró generar las ventas esperadas, el libro era entonces, como sigue siendo ahora, no solamente una fuente de ingresos, sino también el instrumento más eficaz para llevar el mensaje. Muy sabiamente, A.A. decidió ser editora de su propia literatura y por ello siempre ha podido tomar decisiones editoriales basadas únicamente en los principios de A.A., sin preocuparse de «lo que se venderá» o «lo que atraiga a los lectores.»

Gracias a la publicación de artículos en revistas nacionales, a los esfuerzos de los miembros viajeros, y a la nueva oficina central, A.A. empezó a desarrollarse y prosperar. Cuatro años más tarde, los A.A. se vieron en condiciones de informar a Rockefeller y sus amigos que ya no necesitaban ayuda, los grupos de A.A. habían empezado a mantener la oficina central.

El Automantenimiento y el miembro individual
El principio de automantenimiento afecta a todos los miembros de todos los grupos de A.A. Un miembro de A.A. que logró su sobriedad antes de que las Tradiciones fueran oficialmente adoptadas escribió en el Grapevine de octubre de 1970: «Cuando me uní por primera vez…A.A. ya se había declarado independiente de toda limosna. De alguna manera, se las estaba arreglando para pagar sus propias cuentas…Si hubiera sido un proyecto patrocinado por el gobierno o un brazo caritativo de alguna iglesia, mis sentimientos para con A.A. no podrían haber sido tan repentinamente calurosos. El hecho de que sólo se trataba de nosotros los borrachos eliminó gran parte de mi vergüenza de tener que pedir ayuda.»
Los miembros sobrios podían demostrar que un alcohólico no siempre es una persona a quien se tiene que ayudar. Un miembro comentó: «Cuando llegué a las puertas de Alcohólicos Anónimos, no tenía trabajo, tenía muy poco dinero, y llevaba una vida que estaba destinada precipitadamente a la ruina. No obstante, en cada reunión a la que asistía echaba mis 50 centavos en la canasta. Este fue el primer paso que di para recobrar mi dignidad y responsabilidad.» La Tradición les hacía posible a los A.A. ser los que daban en lugar de ser los que recibían, y esto contribuía mucho a reforzar la confianza del público en A.A. Como Bill W. dijo en Doce Pasos y Doce Tradiciones: «Cuando una sociedad compuesta exclusivamente de alcohólicos dice que va a pagar todos sus gastos, eso sí que es una verdadera noticia.»

Aunque ningún grupo de A.A. requiere que los que asisten a sus reuniones hagan contribuciones de dinero, la experiencia de reavivar la dignidad, y de despertar la responsabilidad y la gratitud por la sobriedad puede inspirar incluso al miembro más recién llegado a contribuir con la cantidad de dinero que pueda. Algunos también envían contribuciones a las oficinas nacionales y locales para conmemorar su aniversario de sobriedad cada año.

Las contribuciones son tan importantes para los que las dan como para los que las reciben porque hacen posible a los donantes participar en llevar el mensaje de A.A. a todas partes del mundo.

Donde se mezclan la espiritualidad y el dinero
No obstante, algunos miembros se ponen enseguida nerviosos al hablar de A.A. y del dinero. A.A. es un programa espiritual, dicen ellos, y no debe preocuparse por el dinero en absoluto. Los alcohólicos más pragmáticos dicen que, sin tener una cantidad adecuada de dinero, sería imposible prestar los servicios esenciales para llevar el mensaje. Bill W. creía que la solución de este problema estaba en la canasta (que se pasa para hacer la colecta del grupo), en la que se mezclan la espiritualidad y el dinero; y en casi todas las reuniones de A.A. se oye hacer el siguiente anuncio: «No tenemos honorarios ni cuotas, pero sí tenemos gastos que cubrir.»

Cubriendo sus propios gastos, el alquiler del local de reuniones, la literatura de A.A., las listas y los horarios de reuniones locales, el café y refrescos, el apoyo de entidades de servicio local y nacional, el grupo asegura que el alcohólico que sufre tiene reuniones a las que asistir, literatura e información disponible, y que el mensaje se lleve a todas partes del mundo. En las arcas de cada grupo se mantiene una «reserva prudente» (la cantidad varía, pero suele ser lo suficiente para sufragar los gastos de uno o dos meses) y se distribuye cualquier dinero en exceso de esta cantidad entre las entidades de servicio de A.A. locales, de área y nacionales.

Cumplir con sus responsabilidades económicas contando únicamente con las contribuciones voluntarias de sus miembros le hace posible al grupo evitar toda influencia que pudiera tergiversar el mensaje de A.A. A veces, una organización o individuo ajenos, generosos y bien intencionados, con deseo de ayudar a la Comunidad, le propone el uso de un local de reunión sin costo, o tal vez se ofrece para imprimir boletines o volantes libre de cargo. En tales situaciones, la Tradición sugiere que, para evitar toda posibilidad de influencia o presión ajena, el grupo agradezca la oferta pero no la acepte. Si por cualquier razón el dueño del local no puede aceptar dinero, los grupos pueden prestar tales servicios como el de pintar el local o comprar muebles que otra gente, aparte de los A.A., puede utilizar.
Idealmente, las contribuciones de los grupos sufragarían todos los gastos de todas las entidades de servicio. Pero en la práctica no todos los grupos participan por medio de contribuciones en el mantenimiento de la Oficina de Servicios Generales y de sus propias entidades locales.

Así que, desde los primeros días de A.A., cuando a veces la supervivencia de la Comunidad dependía del volumen de ventas del Libro Grande, una parte de los ingresos producidos por la venta de la literatura de A.A. ha cubierto la diferencia entre los gastos y las contribuciones.

La pobreza corporativa
Los custodios sentaron las bases de la política oficial referente a las donaciones y donativos en 1948, tras una animada discusión provocada por un propuesto legado de $10,000 a A.A. En esa época, la oficina y la Fundación Alcohólica andaban escasas de dinero y algunos de los custodios estaban a favor de aceptar el legado. Otra vez, los conservadores intervinieron y lograron convencerles de que no era aconsejable hacerlo. Bill W. describe la discusión en Doce Pasos y Doce Tradiciones. «… al igual que el primer trago de un alcohólico, [el legado] si lo tomábamos, provocaría…una desastrosa reacción en cadena.… El que paga, manda, y si la Fundación Alcohólica obtuviera dinero de fuentes ajenas, sus custodios podrían verse tentados a llevar nuestros asuntos sin tener en cuenta los deseos de A.A. como un todo.… Entonces nuestros custodios escribieron una página brillante en la historia de A.A. Se manifestaron en favor del principio de que A.A. debe permanecer siempre pobre.… Aunque era difícil hacerlo, la junta oficialmente se negó a aceptar los diez mil dólares y adoptó formalmente la resolución irrebatible de negarse a aceptar todo donativo similar en el futuro. En ese momento, creemos, quedó firme y definitivamente incrustado en la tradición de A.A. el principio de pobreza corporativa.…A la gente acostumbrada a un sinfín de campañas para recaudar fondos con propósitos caritativos, A.A. les presentaba un espectáculo curioso y renovador. Los editoriales favorables que aparecieron en la prensa aquí y en ultramar generaron una ola de confianza en la integridad de Alcohólicos Anónimos.»

El principio fundamental de que el dinero de A.A. le pertenece a la Comunidad en su totalidad es el que guía las operaciones financieras de la junta de custodios.

A.A. en Gran Bretaña va al Parlamento
En todas partes del mundo, las oficinas de servicios de A.A. han tomado la decisión de no aceptar donaciones de fuentes ajenas, y a veces ha sido necesario, según palabras del Libro Grande, «hacer todo lo [que fuera] necesario» para sostener el principio de la pobreza corporativa. Una acción de la Junta de Servicios Generales de Gran Bretaña en 1986, nos depara un ejemplo dramático de lo lejos que A.A. está dispuesto a llegar. Al verse enfrentada con una serie de leyes que prohíben a las organizaciones no aceptar ciertos tipos de donativos y legados, la junta fue al Parlamento a pedir una exención. El 25 de julio de 1986, el Parlamento aprobó un proyecto de ley que autorizaba a Alcohólicos Anónimos de Gran Bretaña a «renunciar a toda propiedad o cualquier parte de la misma de cualquier disposición de bienes pertinente.»

A medida que A.A. se está preparando para enfrentarse a los cambios y a los desafíos supuestos por el siglo 21 sería imposible exagerar la importancia que la Séptima Tradición tiene para fortalecer la Comunidad a fin de que pueda resistir las tentaciones ajenas. Ya en junio de 1946, en un artículo publicado en el Grapevine, Bill W. hizo una advertencia que sigue siendo acertada hoy día: » No debemos permitir nunca que ninguna ventaja inmediata, por muy atractiva que sea, nos deslumbre de manera que no veamos la posibilidad de estar sentando un precedente catastrófico para el futuro. Con demasiada frecuencia, las disensiones internas a causa del dinero y de la propiedad han destrozado a gente mejor que nosotros, los alcohólicos temperamentales.»

Hoy día, dado lo bien conocido que es el programa de recuperación de A.A. por parte del público en general, y debido a la proliferación de agencias de alcoholismo y abuso de sustancias químicas, Alcohólicos Anónimos se ve enfrentado a todos los problemas y tentaciones de su propia prosperidad y éxito. Basándose firmemente en la Séptima Tradición, la Comunidad puede aferrarse firmemente a sus principios esenciales y seguir haciendo lo que hace mejor: llevar el mensaje al alcohólico que aún sufre por medio de la experiencia, fortaleza y esperanza de los miembros individuales de A.A., y dejar a otros que hagan libre uso de sus propias virtudes y aptitudes especiales en beneficio del alcohólico que sufre.

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Los comienzos de Alcohólicos Anónimos

El nacimiento de A.A. y su desarrollo en los E.E.U.U. y Canadá
A.A. tuvo su comienzo en 1935, en Akron, Ohio, como resultado del encuentro de Bill W., un agente de Bolsa de Nueva York, y el Dr. Bob S., un cirujano de Akron. Ambos habían sido alcohólicos desahuciados.

Antes de conocerse, Bill y el Dr. Bob habían tenido contacto con el Grupo Oxford, una sociedad compuesta en su mayor parte por gente no-alcohólica, que recalcaba la aplicación de valores espirituales universales a la vida diaria. En aquella época, los Grupos Oxford de América estaban dirigidos por un renombrado clérigo episcopaliano, el Dr. Samuel Shoemaker.

Bajo esta influencia espiritual, y con la ayuda de su viejo amigo, Ebby T., Bill había logrado su sobriedad y había mantenido su recuperación trabajando con otros alcohólicos, a pesar del hecho de que ninguno de sus candidatos se había recuperado. Mientras tanto, el ser miembro del Grupo Oxford de Akron no le había dado al Dr. Bob la suficiente ayuda como para lograr su sobriedad.

Cuando por fin el Dr. Bob y Bill se conocieron, el encuentro produjo en el Dr. Bob un efecto inmediato. Esa vez, se encontraba cara a cara con un compañero alcohólico que había logrado dejar de beber. Bill recalcaba que el alcoholismo era una enfermedad de la mente, de las emociones y del cuerpo. Este importantísimo hecho se lo había comunicado el Dr. William D. Silkworth, del Hospital Towns de Nueva York, institución en la que Bill había ingresado varias veces como paciente. Aunque era médico, el Dr. Bob no había reconocido que el alcoholismo era una enfermedad. Bob acabó convencido por las ideas contundentes de Bill y pronto logró su sobriedad y nunca volvió a beber.

Ambos se pusieron a trabajar inmediatamente con los alcohólicos confinados en el Hospital Municipal de Akron. Como consecuencia de sus esfuerzos, un paciente pronto logró su sobriedad. Aunque no se había inventado todavía el nombre Alcohólicos Anónimos, estos tres hombres constituyeron el núcleo del primer grupo de A.A. En el otoño de 1935, el segundo grupo fue tomando forma gradualmente en Nueva York. El tercer grupo se inició en Cleveland en 1939. Se había tardado más de cuatro años en producir 100 alcohólicos sobrios en los tres grupos fundadores.

A principios de 1939, la Comunidad publicó su libro de texto básico, Alcohólicos Anónimos. En este libro, escrito por Bill, se exponían la filosofía y los métodos de A.A., la esencia de los cuales se encontraba en los ahora bien conocidos Doce Pasos de recuperación. De este punto en adelante, A.A. se fue desarrollando rápidamente.
También en 1939, el Cleveland Plain Dealer publicó una serie de artículos acerca de A.A., suplementada por algunos editoriales muy favorecedores. El grupo de Cleveland, compuesto solamente por unos 20 miembros, se vio inundado con incontables súplicas de ayuda. A los alcohólicos que llevaban solamente unas cuantas semanas sobrios se les encargó de trabajar con los nuevos casos. Con esto se dio al movimiento una nueva orientación, y los resultados fueron fantásticos. Pasados unos pocos meses, el número de miembros de Cleveland había ascendido a 500. Por primera vez, había evidencia de que la sobriedad podría producirse en masa.

Entretanto, el Dr. Bob y Bill habían establecido en Nueva York en 1939 una junta de custodios para ocuparse de la administración general de la Comunidad recién nacida. Algunos amigos de John D. Rockefeller, Jr. servían como miembros de este consejo, junto con algunos miembros de A.A. Se dio a la junta el nombre de la Fundación Alcohólica. Sin embargo, todos los intentos de recoger grandes cantidades de dinero fracasaron, porque el Sr. Rockefeller había llegado a la conclusión prudente de que grandes sumas de dinero podrían estropear la naciente sociedad. No obstante, la fundación logró abrir una pequeña oficina en Nueva York para responder a las solicitudes de ayuda e información y para distribuir el libro de A.A.–una empresa, dicho sea de paso, que había sido financiada principalmente por los miembros de A.A.

El libro y la nueva oficina pronto resultaron ser de gran utilidad. En el otoño de 1939, la revista Liberty publicó un artículo acerca de A.A. y, como reacción, llegaron a la oficina unas 800 urgentes solicitudes de ayuda. En 1940, el Sr. Rockefeller celebró una cena para dar publicidad a A.A., a la cual invitó a muchos de sus eminentes amigos neoyorquinos. Este acontecimiento suscitó otra oleada de súplicas. A cada solicitud, se le respondía con una carta personal y un pequeño folleto. Además, se hacía mención del libro Alcohólicos Anónimos, y pronto se empezaron a distribuir numerosos ejemplares del libro. A finales del año, había 2,000 miembros de A.A.
Entonces, en marzo de 1941, apareció en el Saturday Evening Post un excelente artículo acerca de A.A., y la reacción fue tremenda. Para finales de ese año, el número de miembros había ascendido a 6.000 y el número de grupos se había multiplicado proporcionalmente. La Comunidad fue extendiéndose a pasos gigantescos por todas partes de los Estados Unidos y Canadá. En 1950, había en todas partes del mundo unos 100.000 alcohólicos recuperados. Por muy impresionante que fuera ese desarrollo, la década de 1940 al 1950 era una época de gran incertidumbre. La cuestión crucial era si todos aquellos alcohólicos volubles podrían vivir y trabajar juntos en sus grupos. ¿Podrían mantenerse unidos y funcionar con eficacia? Esa pregunta quedaba todavía sin respuesta. El mantener correspondencia con miles de grupos referente a sus problemas particulares llegó a ser uno de los principales trabajos de la sede de Nueva York.

No obstante, para el año 1946, ya era posible sacar algunas conclusiones bien razonadas en lo concerniente a las actitudes, costumbres y funciones que se ajustarían mejor a los objetivos de A.A. Estos principios, que habían surgido de las arduas experiencias de los grupos, fueron codificados por Bill en lo que hoy día se conoce por el nombre de las Doce Tradiciones de Alcohólicos Anónimos. Para 1950, el caos de los tiempos anteriores casi había desaparecido. Se había logrado enunciar y poner en práctica con éxito una fórmula segura para la unidad y el funcionamiento de A.A. (La estructura de Servicios Generales).

Durante esa frenética década, el Dr. Bob dedicaba sus esfuerzos al asunto de la hospitalización de los alcohólicos y a la tarea de inculcarles los principios de A.A. Los alcohólicos llegaban en tropel a Akron para obtener cuidados médicos en el hospital Santo Tomás, una institución administrada por la iglesia católica. El Dr. Bob se integró en el cuerpo médico de este hospital, y él y la extraordinaria Hna. M. Ignacia, también del personal del hospital, facilitaban atención médica e inculcaban el programa de A.A. a unos 5.000 alcohólicos enfermos. Después de la muerte del Dr. Bob en 1950, la Hna. Ignacia siguió trabajando en el Hospital de la Caridad de Cleveland, donde contaba con la ayuda de los grupos locales y donde otros 10.000 alcohólicos enfermos encontraron A.A. por primera vez. Este trabajo era un preclaro ejemplo de disposiciones hospitalarias que permitían que A.A. cooperara venturosamente con la medicina y la religión.

En ese mismo año de 1950, A.A. celebró en Cleveland su primera Convención Internacional. En esa convención el Dr. Bob hizo su último acto de presencia ante la Comunidad y, en su charla de despedida, se enfocó en la necesidad de mantener simple el programa de Alcohólicos Anónimos. Junto con los asistentes, él vio a los delegados adoptar entusiastamente las Doce Tradiciones de A.A. para el uso permanente de la Comunidad en todas partes del mundo. (El Dr. Bob murió el 16 de noviembre de 1950).

Al año siguiente ocurrió otro acontecimiento muy significativo. Las actividades de la oficina de Nueva York habían sido grandemente ampliadas y en esas fechas incluían las relaciones públicas, consejo a los nuevos grupos, servicios a los hospitales, a las prisiones, a los Solitarios e Internacionalistas, y cooperación con otras agencias en el campo del alcoholismo. La sede también publicó libros y folletos de A.A. y supervisaba la traducción de esta literatura a otros idiomas. Nuestra revista internacional, el A.A. Grapevine, ya tenía una elevada circulación. Estas actividades y otras más habían llegado a ser indispensables para A.A. en su totalidad.

No obstante, estos servicios vitales estaban todavía en manos de una aislada junta de custodios, cuyo único vínculo con la Comunidad había sido Bill y el Dr. Bob. Como los cofundadores habían previsto años atrás, llegó a ser imperativo vincular a los custodios de los servicios mundiales de A.A. (ahora la Junta de Servicios Generales de Alcohólicos Anónimos) con la Comunidad a la cual servían. Por lo tanto se convocó una reunión de delegados de todos los estados y provincias de los E.E.U.U. y Canadá. Así constituido, este organismo de servicio mundial se reunió por primera vez en 1951. A pesar de cierta aprensión suscitada por la propuesta, la asamblea tuvo un gran éxito. Por primera vez, los custodios, anteriormente aislados, eran directamente responsables ante A.A. en su totalidad. Se había creado la Conferencia de Servicios Generales de A.A. y, por este medio, se había asegurado el funcionamiento global de A.A. para el futuro.

La segunda Convención Internacional tuvo lugar en St. Louis en 1955 con motivo de la conmemoración del 20º aniversario de la Comunidad. Para aquel entonces, la Conferencia de Servicios Generales ya había demostrado su indudable valor. En esa ocasión, en nombre de todos los pioneros de A.A., Bill transfirió a la Conferencia y a sus custodios la futura vigilancia y protección de A.A. En ese momento, la Comunidad tomó posesión de lo suyo; A.A. llegó a su mayoría de edad.

El 24 de enero de 1971, Bill murió de pulmonía en Miami Beach, Florida, donde—hacía siete meses—había pronunciado ante la Convención Internacional del 35 Aniversario lo que resultaron ser sus últimas palabras a sus compañeros de A.A.: «Dios les bendiga a ustedes y a Alcohólicos Anónimos para siempre.»
Desde entonces, A.A. ha llegado a ser una comunidad de extensión mundial, lo cual ha demostrado que la manera de vivir de A.A. hoy día puede superar casi todas las barreras de raza, credo e idioma. La Reunión de Servicio Mundial, celebrada por primera vez en 1969, ha venido efectuándose cada dos años desde 1972, alternando su sitio entre Nueva York y una ciudad de ultramar.

Alcohólicos Anónimos en Argentina
En septiembre de 1952, Héctor G. fue internado en una clínica de Buenos Aires por un grave problema de alcoholismo, y allí fue tratado por el Dr. Roberto Pochat, un médico argentino que acababa de regresar de los E.E.U.U., donde había seguido un curso sobre alcoholismo en la Universidad de Yale. Además, el Dr. Pochat había estado en contacto con muchos integrantes de A.A. en aquel país, quienes le habían explicado muy detalladamente los métodos de A.A., y le habían facilitado la asistencia a numerosas reuniones.

El Dr. Pochat hizo leer a Héctor, durante su período de internación, algunos folletos de A.A. y el Libro Grande, en una edición en inglés, y apenas le dio de alta le sugirió dirigirse a la Oficina de Servicios Generales de Nueva York, pidiendo ayuda.

Héctor fue internado el 13 de setiembre de 1952, y escribió su primera carta a los A.A. de Nueva York el 18 de diciembre del mismo año. Se estableció una nutrida correspondencia entre Héctor y la O.S.G. de Nueva York, principalmente con Ann M., a quien Héctor consideraba su madrina. Desde enero hasta setiembre de 1953 Héctor procuró, sin éxito, la formación de un grupo de A.A. en Buenos Aires. Visitaba los alcohólicos en comisarías, hospitales, etc., y se mantenía en contacto con E.E.U.U. A través de la oficina de Nueva York estableció relaciones con miembros de A.A. que viajaban a la Argentina por diversos motivos. Asimismo se preocupó por recibir publicaciones no oficiales de E.E.U.U., Canadá y Europa, manteniendo también correspondencia con muchas personas.

Así, poco a poco, se fue capacitando en los métodos de A.A., y logró consolidar firmemente su sobriedad, adquirida con la ayuda del Dr. Pochat, con quien seguía manteniendo relaciones amistosas. Sin embargo, el Dr. no deseaba intervenir directamente en la formación de un grupo, sosteniendo que esto tenían que hacerlo los mismos alcohólicos. En realidad los A.As. de la Argentina tenemos con este amigo médico una deuda de gratitud, ya que puede considerarse con toda justicia el precursor de A.A. en nuestro país.

En setiembre de 1953 se puso en comunicación con Héctor otro alcohólico, Arthur M., de nacionalidad británica, pero que había residido toda su vida en Argentina. Arthur había hecho un viaje a E.E.U.U. para visitar a sus hijas, residentes en aquel país, y allí fue tratado de su alcoholismo en una clínica especializada, e ingresó a un grupo de A.A. en Dallas, Texas. Al volver a Buenos Aires, varios meses después, trajo de Nueva York la dirección de Héctor.

Juntos siguieron trabajando con nuevos bríos, y la experiencia de Arthur, vivida en los grupos de E.E.U.U. fue invalorable. Desgraciadamente, Arthur, co-fundador de A.A. en Argentina, falleció repentinamente en octubre de 1954.

Pero para entonces ya existía en Buenos Aires un pequeño grupo de unas ocho personas, que a pesar de numerosos tropiezos e inconvenientes se fue afianzando y creciendo, sirviendo de base para el desarrollo posterior de Alcohólicos Anónimos en la Argentina. Héctor G. murió el 5 de marzo de 1991.

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Alcohólicos Anónimos en el mundo

Se calcula que A. A. está presente en más de 180 países, con unos 100.000 grupos y más de dos millones de miembros por todo el mundo.

En algo más de 50 países, A.A. ha desarrollado una estructura de servicio. A continuación se brindan los datos para establecer contacto con la Oficina de Servicios Generales de cada uno de ellas:

Para acceder a las oficinas de AA en todo el mundo, hacer click en el siguiente link:

ttp://www.aa.org

 

Reuniones de Alcohólicos Anónimos

Los dos tipos de reunión más comunes de A.A. son:

REUNIONES ABIERTAS:
Como indican los términos, las reuniones de este tipo están abiertas a los alcohólicos y a sus familias, así como a cualquier persona que se interese en solucionar un problema personal con la bebida o en ayudar a otra persona a solucionar un problema con el alcohol.

Durante la reunión normalmente hay un período para hacer anuncios locales de A.A., y el tesorero pasa la canasta para sufragar el alquiler del salón de reunión, los gastos de literatura y costos accesorios. A menudo, después de cerrar la sesión, los participantes se reúnen sin ceremonia para tomar café u otros refrescos y charlar.

En las reuniones abiertas, se les recuerda a los invitados que las opiniones e interpretaciones que escuchen allí son únicamente las del orador que las expresa. Todos los miembros tienen perfecta libertad de interpretar el programa de recuperación según su propio entender, pero nadie puede hablar por el grupo local o por A.A. en su totalidad.

REUNIONES CERRADAS:
Estas reuniones son solo para los alcohólicos. Deparan a los miembros una oportunidad de compartir, unos con otros, en lo referente a problemas relacionados con formas y costumbres de beber, así como a sus esfuerzos para lograr una sobriedad estable. También les ofrecen una ocasión de discutir sobre diversos elementos del programa de recuperación.

www.aa.org.ar – Sitio Oficial de A.A. de Argentina

Las doce promesas

Durante su primera década, A.A., como comunidad, iba acumulando una experiencia sustancial que indicaba que ciertos principios y actitudes a nivel de grupo tenían un gran valor para asegurar la supervivencia de la estructura de la Comunidad.

En 1946, los fundadores y miembros pioneros de A.A. resumieron estos principios y los pusieron por escrito en la revista internacional de la Comunidad, el A.A. Grapevine bajo el título de las Doce Tradiciones de Alcohólicos Anónimos, las cuales fueron aceptadas y aprobadas por la comunidad en pleno en la Convención Internacional de A.A., celebrada en Cleveland, Ohio en 1950.

Extractos de nuestro texto básico:

PRIMERA PROMESA

Nos sorprenderemos de los resultados antes de llegar a la mitad del camino

SEGUNDA PROMESA

Vamos a conocer una libertad y una felicidad nuevas

TERCERA PROMESA

No nos lamentaremos por el pasado ni desearemos cerrar la puerta que nos lleva a él.

CUARTA PROMESA

Comprenderemos el significado de la palabra serenidad y conoceremos la paz.

QUINTA PROMESA

Sin importar lo bajo que hayamos llegado, percibiremos como nuestra experiencia puede beneficiar a otros.

SEXTA PROMESA

Desaparecerá ese sentimiento de inutilidad y lástima de nosotros mismos

SEPTIMA PROMESA

Perderemos el interés en cosas egoístas y nos interesaremos en nuestros compañeros.

OCTAVA PROMESA

Se desvanecerá la ambición personal.

NOVENA PROMESA

Nuestra actitud y nuestro punto de vista sobre la vida cambiarán.

DECIMA PROMESA

Se nos quitará el miedo a la gente y a la inseguridad económica.

UNDECIMA PROMESA

Intuitivamente sabremos manejar situaciones que antes nos desesperaban.

DUODECIMA PROMESA

De pronto comprenderemos que Dios está haciendo por nosotros lo que por nosotros mismos no podíamos hacer.

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